Una de las principales causas de la pérdida de autonomía en el adulto mayor es el deterioro cognitivo y las enfermedades neurodegenerativas, siendo fundamental la figura del cuidador principal que pueden ser los mismos familiares o cuidadores formales. Sin embargo, cualquier persona que realice el cuidado de un adulto mayor con deterioro cognitivo presenta riesgo de sufrir agotamiento y sentirse sobrepasado por la demanda del mayor, lo que se conoce como “síndrome de burnout”. Las tres características principales que se observan en del burnout son las siguientes:
- Baja realización emocional: las personas que lo sufren tienden a la autoevaluación negativa sobre todo en lo que al trabajo respecta, sienten que su capacidad para realizarlo y para relacionarse con las personas a las que se atiende no es la adecuada.
- Agotamiento emocional: sienten que no pueden dar más de sí mismos tanto en los aspectos afectivos como emocionales.
- Despersonalización: desarrollo de sentimientos y actitudes cínicas y negativas hacia las personas con las que trabaja.
La aparición del burnout es progresiva y se aprecian cinco fases en el proceso:
- Fase de entusiasmo: etapa inicial, las expectativas son positivas.
- Fase de estancamiento: el trabajo aún es una fuente de realización personal, pero comienza a percibirse que las expectativas no se están cumpliendo. Comienzan a aparecer algunos síntomas físicos como dolor de cabeza.
- Fase de frustración: es el inicio del síndrome de burnout. La motivación desciende y se incrementa el agotamiento emocional y los sentimientos de falta de habilidades. Los síntomas físicos aumentan.
- Fase de apatía: Se da el fenómeno de la despersonalización, se evita afrontar los sentimientos de baja realización y de agotamiento.
- Fase de quemado: los sentimientos sobrepasan a la persona.
La relación entre la sobrecarga y la presencia de Síndrome de Burnout está ligada al tiempo diario de dedicación al cuidado encontrándose una mayor sobrecarga en personas que dedican de 6-15 horas al día y más de 5 años seguidos dedicados al cuidado.
La exposición continua al estrés y la carga emocional asociada con el cuidado de personas con deterioro cognitivo se relaciona con síntomas de ansiedad y depresión en los cuidadores, como por ejemplo tristeza, preocupación excesiva, irritabilidad, taquicardia, etc.
Para prevenir o aliviar la sobrecarga que implica el cuidado es recomendable conocer e informarse sobre el deterioro y la sintomatología asociada, ya que la falta de conocimiento sobre la enfermedad puede contribuir a la sensación de impotencia y frustración entre los cuidadores.
Así mismo, el autocuidado o cuidarse a uno mismo es una herramienta clave a la hora de gestionar el burnout. Para poder cuidar de otra persona es imprescindible tener bienestar físico, emocional y social, ya que nuestro estado influye directamente en la persona a la que prestamos el cuidado. Para mejorar el bienestar físico se recomienda descansar bien, realizar ejercicio y seguir una dieta saludable. También es necesario solicitar asistencia sanitaria cuando se necesite. Para el bienestar emocional es recomendable practicar técnicas de relajación, identificar y expresar las emociones para poder gestionarles más adecuadamente. En cuanto al bienestar social, es importante mantener las aficiones, seguir realizando actividades de ocio y mantener las relaciones con amigos y familiares para evitar el aislamiento y contribuir a un mejor estado mental.
Entre otras recomendaciones, es conveniente aprender a pedir ayuda, ya que contar con apoyo suficiente disminuye la sensación de sobrecarga y se reparte la responsabilidad del cuidado.